Meditación sanadora

Meditación sanadora

Meditación Guiada SANADORA.

Relajación Profunda

Hola te doy la bienvenida a esta meditación guiada. Soy Juan Carlos Lluch

y voy a acompañarte en estos minutos de encuentro contigo. En esta ocasión vamos a realizar una relajación profunda, para ello te pido que te acuestes sobre una superficie cómoda, puede ser la cama, puede ser una esterilla sobre el suelo, una superficie que pueda mantenerte cómodamente tumbado, tumbada.

Acomódate bien, deja que tu cuerpo caiga sobre el suelo, sobre la cama sin ningún esfuerzo. Reposa tus manos a ambos lados del cuerpo manteniendo las palmas hacia arriba. Acomoda tu cadera, acomoda tu cuello, deja que tu cabeza se acomode en el suelo y tu mirada vaya hacia arriba, permitiendo así que tu espalda esté completamente alargada y recta.

Cierra los ojos y amablemente empieza a disponerte para esta relajación. Toma aire por la nariz y suéltalo suavemente también por la nariz. Observa cómo en la inspiración tu abdomen crece y en la expiración va perdiendo tamaño naturalmente, sin prisa, como un vaivén, el aire entra a tu cuerpo y luego se va con calma, con suavidad.

Lleva tu atención a esa respiración unas cuantas veces más, observando cómo va y viene el aire en tu cuerpo. ¿Te das cuenta del milagro que eres? Desde la punta de los pies hasta la coronilla, todo tu cuerpo aquí respirando, trabajando perfectamente, permitiéndote disfrutar de esta experiencia. Al respirar tomas conciencia de tu cuerpo, inspiras y observas todo tu cuerpo, recostado, en calma, respirando.

En cada respiración vas tomando conciencia de los talones, la parte posterior de tus piernas, los glúteos, la espalda, el dorso de las manos, los brazos y la parte posterior de la cabeza. En cada respiración vas relajándote más y más, permites que tu cuerpo se funda en la relajación, aflojándolo todo, soltando también las preocupaciones, los miedos, los pensamientos o planes futuros. Permites que todo tu cuerpo se entregue a la relajación.

Lleva tu atención a las manos y respira en ellas, respira con gratitud por todo lo que tus manos hacen cada día para ti, por todo lo que te permiten sentir. Libera la atención que pueda haber en tus manos, respira en ellas con amabilidad, con compasión, con alegría. Lleva la atención a tus brazos, respira en ellos con gratitud por todo lo que te ofrecen, permite que suelten toda la tensión, permite que se relajen y renueven la energía.

Lleva tu atención ahora a los hombros y respira en ellos con gratitud, con alegría. En la exhalación permite que todo el peso que cargan tus hombros se libere, se vaya disolviendo. Respiras en tus hombros livianos, relajados y ahora deja que tus brazos al completo se relajen, desde los hombros hasta los dedos de las manos.

Respira y fúndete con la relajación en tus brazos. Lleva tu atención a los pies, respira en ellos, observa cómo se encuentran y en cada respiración permite que vayan soltando la tensión, el cansancio, siente gratitud por todo lo que tus pies te permiten hacer cada día. En la respiración también permite que vayan soltando todo lo que pesa, que renueven su energía.

Lleva tu atención a las piernas, respira en tus piernas sintiendo gratitud por todo lo que te permiten hacer, observa las sensaciones y si notas tensión poco a poco en la respiración ve soltándola, libera toda la tensión de tus piernas, permite que toda tu pierna desde las caderas hasta la punta de tus pies se entregue a la respiración, se entreguen a la calma. Lleva tu atención ahora al pecho, observa cómo se hincha al respirar, observa cómo late el corazón, cómo tus pulmones se llenan de aire y cómo todo funciona perfectamente para que puedas vivir esta experiencia. Permite que tu pecho se relaje y se abra, se entregue completamente a la relajación, permite que el aire fluya pacíficamente en tu cuerpo.

Respira con gratitud lo que tu corazón, tus pulmones y cada órgano de tu cuerpo te ofrecen cada día por el milagro de estar aquí y ahora respirando y sintiéndote en la siguiente respiración. Permite que todo tu cuerpo se relaje desde el pecho hacia los brazos y los pies, respírate al completo y lleva ahora tu atención a la cara, a tus ojos, nariz y boca, a los músculos que componen tu cara, a la lengua, a la mandíbula, a los dientes. Respira con gratitud todo tu rostro, cada pequeña parte que compone tu cara hace un trabajo magnífico para que puedas ver, oír, sentir los olores, sonreír, para que puedas saborear la vida.

Respira amablemente cada parte de tu cara, permite que toda la atención que pueda haber se vaya disolviendo en la respiración. Respira con amor todo tu cuerpo sabiendo que está funcionando a tu favor, que es capaz de curarse cuando estás enfermo, es capaz de nutrirte, de hacerte crecer, de hacerte sentir, de moverte, de hacerte disfrutar de todo lo bueno y lo bello que tiene la vida para ti. Puede que en este momento alguna zona de tu cuerpo esté enferma o lesionada y necesite tiempo para curarse, para volver a renovarse, tómate unos minutos para llevar a ese lugar tu respiración, tu gratitud, tu amor y tu alegría.

Toma una respiración profunda y lleva un sentimiento de amor hacia todo tu cuerpo, llénate de amor y gratitud y regálate una sonrisa sabiendo que cada célula de tu cuerpo también te sonríe y trabaja a tu favor, vuelve a esta sensación de presencia y de conciencia de tu cuerpo cada vez que quieras regresar a la calma y relajarte profundamente. Observa tu cuerpo durante el resto del día y recuerda tener una actitud atenta y pacífica hacia ti. Puedes comenzar a mover los dedos de las manos y de los pies, hacer pequeños movimientos con las partes más grandes del cuerpo e ir desperezándote poco a poco.

Cuando sientas que estás preparada, preparado, abre tus ojos y primero túmbate hacia un lado para luego incorporarte lentamente. Cuéntame en comentarios cómo te has sentido en esta meditación. Gracias por compartir el camino, deseo que tengas un hermoso día.

Namaste