La depresión

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La depresión

La depresión es un trastorno mental común que afecta el estado de ánimo, los pensamientos y el comportamiento de una persona. Se caracteriza por sentimientos persistentes de tristeza, pérdida de interés en actividades previamente disfrutadas, cambios en el apetito y el sueño, falta de energía, dificultad para concentrarse y sentimientos de inutilidad o culpa.

La depresión puede tener múltiples causas, como factores genéticos, desequilibrios químicos en el cerebro, eventos traumáticos, estrés, problemas de salud física, entre otros. Es importante tener en cuenta que la depresión es una enfermedad real y no es simplemente sentirse triste por un período corto de tiempo.

El tratamiento de la depresión puede implicar una combinación de terapia psicoterapéutica y medicamentos antidepresivos, dependiendo de la gravedad de los síntomas. También existen estrategias de autocuidado que pueden ayudar en la gestión de la depresión, como mantener una rutina diaria, hacer ejercicio regularmente, tener un sueño adecuado, establecer conexiones sociales y buscar apoyo emocional.

Si crees que estás experimentando síntomas de depresión, es importante buscar ayuda de un profesional de la salud mental, como un psicólogo o psiquiatra, para recibir un diagnóstico adecuado y un plan de tratamiento adecuado para tu situación específica. No dudes en hablar con alguien de confianza sobre lo que estás pasando, ya que el apoyo emocional puede marcar la diferencia en el proceso de recuperación.

LA DEPRESION

Depresión viene del latín depressio: hundimiento. El paciente se siente hundido con un peso sobre su existencia.
Es un trastorno afectivo que varía desde: bajas transitorias del estado de ánimo que son características de la vida misma, hasta el síndrome clínico, de gravedad y duración importante con signos y síntomas asociados, marcadamente distintos a la normalidad.

Características de las personas que están deprimidas

1. Tienen una visión negativa de sí mismos. Se ven torpes, desgraciados y sin valor personal. Atribuyen sus experiencias desagradables a un defecto suyo y, como consecuencia, se ven inútiles y carentes de valor. Se critican a sí mismos, se culpabilizan y piensan que carecen de la capacidad necesaria para sentirse felices y llevar la vida que les gustaría

2. Interpretan la realidad de forma negativa y tienden a centrarse más en el lado malo de las cosas. Por ejemplo, si alguien se porta bien con ellos, pueden pensar que es por lástima o porque espera algo a cambio y no por una verdadera amistad. Esto es debido a que al valorarse tan poco a sí mismos piensan que no es posible que los demás sientan cariño por ellos o los valoren como personas

3. Tienen una visión negativa del futuro. Piensan que sus penas y dificultades no terminarán nunca. Esperan lo peor del futuro; esperan que las cosas les salgan mal hagan lo que hagan y, como consecuencia, no están motivados para actuar e intentar cambiar

4. El resto de los síntomas son consecuencia de estas tres características básicas: las ideas de suicidio suponen un deseo de escapar a una situación que ven como insoportable e irresoluble; la apatía y la falta de energía provienen de la creencia de que van a fracasar en todo cuanto se propongan y, por tanto, es absurdo intentar nada

Algunas de las creencias que predisponen a la depresión
Para ser feliz debo tener éxito en todo lo que me proponga.
Para ser feliz debo obtener la aceptación y aprobación de todo el mundo
Si cometo un error significa que soy un inepto
No puedo vivir sin ti.
Si alguien se muestra en desacuerdo conmigo significa que no le gusto.
Mi valía personal depende de lo que otros piensen de mí.

¿Por qué mantienen estas creencias que les hacen sufrir? 


   Esto se debe a que las personas, en general, aprenden modos específicos de responder a situaciones similares. Una vez aprendido, la respuesta tiene lugar de forma automática, sin apenas darse cuenta de lo que están pensando. Es algo parecido a lo que sucede cuando un conductor veterano se detiene ante un semáforo en rojo sin ser consciente de sus pensamientos. Estos patrones de pensamiento automáticos reciben el nombre de esquemas cognitivos. A veces, las personas aprenden esquemas cognitivos inadecuados que hacen que se sientan mal sin ser conscientes de que están interpretando la realidad erróneamente.

   Algunas experiencias tempranas constituyen la base para formar conceptos negativos sobre uno mismo, el mundo y el futuro. Una vez formados estos esquemas cognitivos, pueden permanecer latentes y ser activados más tarde por determinadas circunstancias parecidas a las experiencias inicialmente responsables de la formación de dichos esquemas

   Por ejemplo, la ruptura de una pareja puede activar el concepto de pérdida irreversible asociado con la muerte de uno de los padres sucedida durante la infancia.

   De este modo, las situaciones desagradables de la vida no conducen necesariamente a una depresión, sino que dependen de cómo esa persona interprete los acontecimientos.

   Una vez que aparecen los primeros pensamientos y conductas depresivas, van a influir también en lo que suceda posteriormente. Por ejemplo, el individuo deprimido puede que no tenga ganas de ver a sus amigos y estos pueden interpretarlo como falta de interés y responder con rechazo o con críticas que agravarán el autorrechazo y la autocrítica del deprimido, el cual podrá alejarse aún más de sus amigos o familiares. De este modo entra en un círculo vicioso en el que sus ideas le hacen sentir mal y al actuar en base a esas ideas y sentimientos, esta conducta inapropiada produce resultados negativos que agravan los síntomas. De este modo, puede sentirse cada vez más deprimido y resultarle más difícil cambiar sin ayuda profesional.

Las circunstancias de la vida

   No solamente hay que tener en cuenta las interpretaciones que cada persona haga de la realidad sino también cuál es esa realidad en sí misma, ya que a veces no basta con aprender a interpretar las situaciones de forma más realista, sino que, además, es necesario hacer ciertos cambios en la vida. La terapia puede ayudarles a determinar qué es lo que realmente desean y a sentirse capaces de llevar adelante esos cambios, combatiendo pensamientos como «no seré capaz», «es demasiado tarde», «qué pensarán de mí» o cualquier otro tipo de pensamiento que esté coartando su propia libertad y capacidad para ser feliz.

 La terapia

   Consiste en identificar esas creencias y esquemas cognitivos inapropiados y cambiarlos por otros más realistas y adaptativos, tal y como hemos explicado en el apartado sobre Terapia Racional Emotiva. Muchos de estos esquemas se basan en reglas familiares y sociales. Por ejemplo, si un padre o madre le dice a su hijo: «sé bueno o no te querré», el niño llegará a desarrollar el esquema: «mi valía depende de lo que otras personas piensen de mí». De este modo, puede convertirse en un adulto que trata de gustar siempre a todo el mundo, que evita todo tipo de discusión y que jamás dice a los demás algo que pueda molestarles, aunque sea para hacer valer sus derechos. Pero es muy probable que esta persona no sea plenamente consciente de que esas ideas pasan por su mente cada vez que se relaciona con alguien. Para darse cuenta de estos pensamientos es necesario observarse a uno mismo y estar dispuesto a descubrirlas, aunque pueda no gustarnos lo que veamos. El primer requisito, por tanto, para una psicoterapia es estar dispuesto a adentrarse en uno mismo, aceptar que no somos seres perfectos y que es posible que estemos teniendo creencias erróneas respecto a los demás, al mundo y a nosotros mismos.

ADIOS, DEPRESIÓN!

La depresión se ha convertido en un estilo de vida para la sociedad moderna. No hace distinciones de edad ni de raza ni de género. Y como crea y prolonga otras enfermedades, va desencadenando procesos que la nutren e imposibilitan una recuperación.

Usted podría estar pensando ahora mismo que no se puede vivir en esta sociedad sin deprimirse. Eso no es cierto. Hay alternativas, porque está abierta la puerta de la magia natural. Parte del compromiso de una vida espiritual es asumir la responsabilidad de cambiar lo que está mal. Y parte de la espiral descendente de la depresión es sentirse incapaz de hacer algo al respecto. El desarrollo de la voluntad cura la depresión, pregúntele a cualquier experto.

Primero, consulte con un médico para descartar razones fisiológicas; siga sus consejos. No es positivo sobrevivir con píldoras, pero tómelas si es necesario (sólo mientras investiga las causas de la depresión y cómo curarla). Buscar ayuda médica o profesional no es un acto vergonzoso; al contrario, es el primer paso para recuperar el control de su vida. Luego, recurra a la magia.

Hay reglas simples para elevar el ánimo. Si las energías actúan en el plano astral, actúan en el plano físico. Son ideas que funcionan. Se usan como punto de partida; después, surge una magia propia. Hay que confiar en los instintos. Al despertar Tan pronto pueda pensar una frase, dígase algo así como «Hoy es un buen día». Varias veces, hasta que se lo crea. Prenda una vela y un incienso. Salude a los elementos: «Buenos días, tierra, mi apoyo; aire, mi inspiración; fuego, mi calidez; agua, mi creatividad; buenos días, espíritu, mi protector». Levanta el ánimo. Compruébelo.

Al acostarse

Prenda su vela e incienso. Diríjase a los elementos, como lo hizo por la mañana; esta vez, agradézcales algo específico ocurrido durante el día. En su diario, anote sus satisfacciones de las últimas horas: su gato, su hogar, la familia, los amigos, su creatividad, trabajo y algún placer especial. Vea cómo crece su lista. Luego diga: «Hoy fue un buen día y mañana será mejor», hasta que se lo crea. Dulces sueños.

Cuide su cuerpo

Hágale caso; escúchelo cuando le pide lo que necesita. Coma más frutas y verduras frescas. Si el bajón es fuerte, más proteínas. Elimine o reduzca azúcar, alcohol y otras drogas. Respire profundamente. Camine o haga más ejercicio. Reprográmese Cada vez que piensa que no puede enfrentar su situación, corríjase con un «Sí, puedo». Elimine las frases negativas de su vocabulario. ¿Se va a morir realmente porque no puede comprar algo o porque alguien se alejó? Nos parece que no. Si así fuera, busque ayuda profesional de inmediato, porque, a ese nivel, no sirven libros o revistas.

Reconozca su mundo

Camine por su barrio. Sienta el olor de la panadería o del café de la esquina. Salude a ese valiente arbolito parado en medio del concreto. Sienta cómo se va calentando el pavimento con los rayos del sol o vea cómo lo limpia la lluvia; escuche la danza del viento; enamórese de la luna. Observe a los pájaros, a los perros, a los gatos y a los niños. Goce con los mil placeres de cada día. Suma y suma, la vida es un gran placer.

Descubra las causas

¿Por qué se deprimió? ¿Falta de plata? ¿Soledad? ¿Una mala relación? ¿Problemas de trabajo, de familia, de amor? Anote sus razones y analícelas en profundidad, aunque sea doloroso. Sí, usted puede. Y usted debe. Para darse fuerzas, rodéese de un círculo de luz o aura positiva. Una vez que sepa el porqué, establezca pasos concretos para cambiar la situación. Siempre hay una forma, pero los cambios dan miedo; muchas veces el dolor que se ha hecho conocido es menos terrorífico que un salto a lo desconocido.

Pida ayuda

Los amigos verdaderos están hechos para sanar la depresión. Sus buenas vibraciones, cuando están muy cerca y aun cuando están lejos, en sus propios quehaceres, alejan la oscuridad. Para obtener ayuda celestial, encomiéndese a su santo patrono, a su ángel de la guarda, dios planetario, animal totémico, fuerzas de la naturaleza, elementales. Para que le ayuden, tiene que pedir.

Cómo ayudar

Si un ser querido se deprime, motívelo para que busque ayuda. Escúchelo. Sugiérale trabajar con un grupo de amigos. Ojo: que sepa que usted no va a «arreglar» su situación; no cree dependencias, porque usted no es su salvador. El afectado tiene que poner de su parte. Todos nos bajoneamos y a veces esas emociones se convierten en una depresión. Los estados de ánimo no deben ser obstáculos para una vida feliz, próspera y productiva.

CONSEJOS PARA ALEJAR EL BAJÓN

Sumérjase en un baño de espuma (¡por fin podrá usar esas sales extrañas que le regalaron!).

Grabe su música favorita; mientras lo hace, baile y sueñe hasta que las velas no ardan. Duplique el casete y regáleselo a sus amigos.

Pinte o dibuje, con pinceles, lápices, los dedos si quiere. Haga tarjetas de saludo, un cuadro, papel para envolver regalos de Navidad.

Ponga al día su agenda y libro de teléfonos; vea con qué amigos o familiares ha perdido contacto y llámelos para saludar.

Vea quién necesita ayuda a su alrededor y propóngase como su ayudante personal (medio tiempo, completo, todo el que pueda y quiera). Ad-honorem, por supuesto. Sea chofer, secretaria, baby-sitter; haga mandados. Para reír un poco, invéntese un uniforme; sea bien profesional.

Reorganice su hogar. Ataque el botiquín, la colección, los estantes de la cocina, cualquier lugar que esté en estado de anarquía. Reordene los muebles, pinte paredes, reubique la cama más cerca de una ventana para que entre el sol por la mañana. Haga de su espacio un lugar que ama. Gran terapia.

Revuélquese en la auto indulgencia. Deléitese con comida chatarra, con una barra gigante de chocolate o un platón de helados; lea una revista del corazón o novela-cebolla (aunque lo considere indigno de su inteligencia). Ríase de su mal gusto…

Plante un jardín de hierbas. Aunque no las use para cocinar, las hierbas frescas huelen muy bien; incluso, cuando estén desarrolladas, las puede regalar.

Saque a pasear al perro (o a varios…); dele de comer a los pájaros (use esas migas de pan que nadie se comió y diríjase a una plaza o un parque).
·Hornee galletas (haga paquetitos pequeños y regáleselos al vecino, a la gente de la oficina y otros amigos); haga sándwiches para la gente pobre.

Sea turista en su propio barrio o ciudad. Vaya a algún lugar que nunca ha visitado: un museo, una galería, un parque o monumento. Pídale a un extraño que le saque una foto. Compre una tarjeta de recuerdo. Súbase a una micro.

Dé una fiesta. De cumpleaños, de no-cumpleaños, de disfraces, de lo que quiera. Todos se visten con sombreritos; no olvidar los juegos tontos. Organice un festival de películas o dibujos animados; sirva palomitas de maíz. ¡Baile, baile, baile!, a cada rato y todos los días.

Eleve volantines, salga a andar en patines. Hágase acompañar por otro que esté igualmente bajoneado.

Haga una lista con las 50 cosas más buenas que le han ocurrido en la vida, desde el día que encontró a su tortuga en segunda preparatoria hasta el nombre de esa persona que le dijo que tenía una hermosa sonrisa