Cómo actuar si tiene un ataque de Ira

Cómo actuar si tiene un ataque de Ira

Cómo actuar si tiene un ataque de Ira. Este artículo en audio.

Cuando experimentas un ataque de ira, es importante tomar medidas para manejar tus emociones de manera saludable y evitar que la situación se vuelva perjudicial para ti o para los demás. Aquí hay algunos pasos que puedes seguir:

  1. Reconoce tus emociones: Date cuenta de que estás experimentando ira y reconoce cómo te está afectando física y emocionalmente. Acepta tus sentimientos sin juzgarte a ti mismo.
  2. Respira profundamente: Toma respiraciones lentas y profundas para ayudarte a calmarte. Concéntrate en la inhalación y exhalación, y trata de liberar la tensión en tu cuerpo mientras respiras.
  3. Retírate de la situación: Si es posible, aléjate del entorno que está desencadenando tu ira. Busca un lugar tranquilo donde puedas relajarte y recobrar la calma.
  4. Haz ejercicio físico: La actividad física puede ser una excelente manera de liberar la energía acumulada. Sal a caminar, corre o realiza cualquier forma de ejercicio que te ayude a canalizar tu ira de manera productiva.
  5. Utiliza técnicas de relajación: Prueba técnicas de relajación como la meditación, el yoga o la visualización guiada. Estas prácticas pueden ayudarte a reducir el estrés y la tensión, y te brindan herramientas para controlar tu ira de manera más efectiva.
  6. Expresa tus sentimientos de manera adecuada: Si te sientes lo suficientemente calmado, encuentra una forma saludable de expresar tus sentimientos de ira. Esto puede implicar hablar con alguien de confianza, escribir en un diario o participar en una actividad creativa como el dibujo o la pintura.
  7. Practica la empatía: Intenta ponerse en el lugar de la otra persona y tratar de comprender su perspectiva. Esto puede ayudarte a calmar tus emociones y encontrar una solución más constructiva a la situación.
  8. Busca ayuda profesional si es necesario: Si experimentas ataques de ira frecuentes o si tus reacciones son desproporcionadas o violentas, considera buscar la ayuda de un profesional de la salud mental. Un terapeuta o consejero puede ayudarte a abordar los desencadenantes subyacentes de tu ira y brindarte estrategias efectivas de manejo emocional.

Recuerda que es normal experimentar ira, pero es importante aprender a manejarla de manera saludable y constructiva. Practicar técnicas de autocontrol y desarrollar habilidades de manejo del estrés puede ayudarte a lidiar con los ataques de ira de manera más efectiva a largo plazo.

Cómo actuar si tiene un ataque de Ira.

Un fuerte enojo suele confundirse con la agresividad o el capricho. Tiene mala reputación. Sin embargo, es una emoción sana que nos protege. Aprenda a enojarse con sabiduría.

A veces, usted puede estar encolerizado sin admitirlo. Aullar, gesticular, patalear no es para usted, prefiere contenerse. Sin embargo, después de algunos días de acumular rabia, se muestra irritable, deprimido… ¡Está harto! Del trabajo, de las facturas que hay que pagar, de las exigencias constantes de su pareja. Pero para no generar conflictos prefiere ahogar su enojo y mostrarse amable. ¿Por qué? Porque la cólera no tiene buena fama. Se considera algo fuera de lugar, intolerable, irracional. Sin embargo, bien dirigida, puede ser una emoción liberadora. Es muy importante aprender a manejar los accesos de rabia para obtener resultados positivos. De eso trata este artículo.

¿Qué es la rabia?

La cólera es una reacción de descontento intenso, suscitado generalmente por una frustración que nos afecta y que juzgamos inaceptable, injusta o inconveniente.

Puede ser considerada un verdadero sentimiento, ya que es una manifestación relacionada con las emociones. Está ligada a los instintos humanos y se vincula directamente a nuestra parte «animal». Cualquier cosa puede activarla, desde un problema imprevisto, hasta un comentario que parece insignificante. Cuando se expresa de forma moderada y «racional» puede resultar positiva, ya que nos permite reflexionar acerca de los propios comportamientos y los de los demás.

En el fondo, la cólera se define menos por sus manifestaciones que por su función. Tanto si es explosiva o si es más subterránea, implica sobre todo una señal de alarma. La cólera nos dice que algo anda mal, que no se respetan nuestros derechos, que nuestras necesidades y deseos no se satisfacen. Prestar atención a esa rabia interna nos ayuda a conectarnos con nuestras urgencias más íntimas y ese es un paso importante para lograr el equilibrio personal.

Pero el problema es que, desde pequeños, aprendemos a reprimir la cólera y, al hacerlo, generamos vibraciones «tóxicas», tanto para los demás como para nosotros mismos.

SINTOMAS CORPORALES CAUSADOS POR LA RABIA

La rabia nos afecta el cuerpo. Con la rabia se nos sube el nivel adrenalina y otros agentes químicos en la sangre, lo cual:

  • hace latir más rápido el corazón
  • sube la presión de la sangre
  • crea tensión en los músculos
  • vuelve seca la boca
  • revuelve el estómago
  • causa sudores.

La forma en que nos afecta el enojo normalmente no perjudica el cuerpo. A través de mucho tiempo, sin embargo, la rabia descontrolada puede causar problemas de salud. Para evitar esto, Ud. debería controlar su rabia.

¿Estallar o no estallar?

Acallar esta emoción puede provocar una serie de problemas, desde dificultades para relacionarse con el entorno hasta trastornos de salud (dolores de espalda, úlceras, psoriasis). No es una exageración: desde problemas nerviosos hasta serias dudas sobre la propia capacidad suelen ser consecuencias frecuentes de la represión de la cólera. Cuando nos «tragamos» los sentimientos violentos, sin lugar a dudas producimos un efecto, porque esa energía contenida encontrará por sí misma alguna vía de escape.

Hacer una defensa de la cólera no significa promover las reaccione violentas ni las agresiones verbales. Hay que diferenciarla muy bien de la hostilidad. Esta última tiende a perjudicar al otro, considerándolo un adversario a vencer. La cólera, por el contrario, busca restablecer un equilibrio amenazado. De hecho, el resentimiento del cual procede propicia la adopción de conductas agresivas, insultos, amenazas, etcétera.

El ser humano a diferencia de los animales, puede «elegir» si pasar a la agresividad u orientarse en otra dirección. No hay necesidad de aullar ni de golpear para expresar la rabia. Nuestra mejor arma es la palabra, aunque debemos utilizarla oportunamente y de la manera apropiada para liberarnos de los verdaderos motivos que nos perturban.

Tres pasos para demostrar enojo de manera constructiva

Cuando sienta que la rabia lo domina, no evite el conflicto, exprese su cólera. Eso le dará los medios para poner fin a los abusos de los que es víctima. Pero no es cuestión de hacer surgir las emociones sin más ni más, porque podría lamentarlo amargamente. Para que su cólera sea constructiva, aprenda a administrarla en tres tiempos:

a)    Primero, serénese

Bajo los efectos de la cólera, usted podría mostrarse injusto, desahogarse a través de un torrente de injurias o incluso tener la «mano ligera»; comportamientos todos que no hacen más que agravar la situación. Para que su disgusto sea tenido en cuenta por el interlocutor, lo mejor es expresarse con calma. Una buena medida es que, previamente, descargue sus emociones «a la distancia», aullando, golpeando una almohada o llamando por teléfono a un amigo para recuperar la calma.

b)    Aclare sus ideas

Este breve test lo ayudará a evaluar la situación.

  • –   ¿Qué es lo que desencadenó el conflicto?
  • –    ¿Su interlocutor lo ha perjudicado intencionadamente o por descuido?
  • –    ¿Está usted seguro de no haber malinterpretado sus intenciones, de no ser víctima de un ataque de susceptibilidad?
  • –    ¿La situación merece una reacción firme?
  • –    ¿Ha considerado otras alternativas, como relativizar lo sucedido o afrontarlo con humor?
  • –    ¿Qué cambios espera obtener expresando su furia?
  • –    ¿Es su interlocutor quien debe cambiar o es usted quien debe comprender mejor las cosas?

c)    Exprese lo que siente

Una vez que puede estar seguro de que logra controlar sus emociones al menos en cierta medida, comienza la tarea de poner límites a quien lo ha molestado. Sin desbordamientos -ni injurias, ni acusaciones- pero sin bajar los brazos.

Un buen recurso: los «mensajes personales». ¿En qué consisten? En hablar claramente en nombre de uno y no en lugar de otro.

Enuncie precisamente en comportamiento que le ha molestado. Por ejemplo: Estoy molesto porque tu hiciste esto, esto y lo otro, etcétera…

Exprese lo que le pasa en el presente: Me siento desilusionado, etc. Comparta sus razones: porque yo…

Deje claro su necesidad presente y lo que la motiva: Te pido entonces, que, a partir de ahora, etc.

No olvide que el objetivo primordial es recobrar la armonía. Aquí no se trata de «aplastar» a su oponente, negando las necesidades del otro; ni de eclipsarse detrás de él renunciando a las suyas. Encuentre el modo de acomodar la relación para que se respete la integridad de ambos y recuerde: un acceso de cólera bien llevado puede ayudarlo a reencontrar la armonía.

EL EGO Y EL ESPÍRITU

 A la inmensa mayoría de las personas no les (nos) interesa «lo que es», sino «cómo se ven» o, qué calidad de imagen proyecta. Les interesa la imagen más que la objetividad. Y así, el hombre de la sociedad se lanza a participar en esa carrera de las apariencias, en el típico afán de ‘quién engaña a quién’, de cómo lograr mejor impresión. El mundo es un inmenso estadio en el que “el orgullo de la vida” juega un gran match de las etiquetas, formas sociales y exhibiciones económicas para competir por la imagen social, un combate en el que a los seres humanos no les interesa ser, sino parecer.

EL ESPÍRITU Y EL SER:

El Espíritu siempre ha sido esquivo. Hemos sido esquivos (as) al Espíritu: «eso son cosas de locos», dicen los materialistas. El Ser – o Espíritu -, nos sostiene a todos, es nuestra fuente de aliento y vida y, sin embargo, es algo sobre lo cual nuestros padres nos enseñaron muy poco. Juan nos dice: «Ya estaba en el mundo, este mundo que no lo reconoció. Vino a su propia casa y los suyos no lo recibieron».

Una antigua escritura de la India nos dice sobre el Espíritu, lo siguiente: » Un cuchillo no Lo puede cortar, el agua no Lo puede mojar, el Viento no Lo puede alejar, el sol no Lo puede secar».

Cada molécula del universo está llena de Ser; cada pensamiento, cada trozo de información que nos llega a través de los cinco sentidos no es otra cosa que Ser. Pero podemos pasar por alto al Ser porque este mantiene un silencio total, como un maestro coreógrafo que nunca participa en la danza. En verdad, El siempre existió y existirá. Sólo necesitamos apertura para estar «en espíritu» o, inspirados.

EL EGO Y EL YO:

 Así como hay dos polos en un imán, uno positivo y uno negativo; las personas también cargamos con dos personajes en disputa; uno de ellos es el que se afana por el éxito material y el otro que aspira a elevarse espiritualmente. La descripción brindada por Sayal Rinpoche en la obra «El libro tibetano del vivir y del morir» explica a las mil maravillas este descubrimiento: «Dos personas han estado viviendo en ti durante toda tu existencia. Una es el ego: charlatana, exigente, histérica, calculadora; la otra es el ser espiritual oculto, cuya queda y sabia voz has oído y atendido sólo en raras ocasiones».

EL EGO O LA MÁSCARA SOCIAL:

La pequeña palabra «ego» ha tenido varios significados. Para la escuela freudiana es «el aspecto consciente de la psique que decide entre los instintos básicos del ello y la moralidad del superyó»:

Definición muy académica. El estereotipo de este modelo suele ser varón. La persona con «problema de ego» se considera que es jactanciosa, egoísta, desdeñosa, vanidosa y, por lo general, desagradable, o también, la persona dedicada al odio, la malicia y la destrucción. También se ha considerado al ego como algo que está dentro de nosotros, controlando nuestra vida cotidiana, presionándonos para que mostremos una «buena imagen».

Atención: Se puede ser altruista y bondadoso para mostrarse ante los demás… y eso también es ego.

Para los fines que nos proponemos, sugerimos otra definición del «ego»: «Consideremos al ego como la idea que cada uno de nosotros tiene de sí mismo. Es decir, que el ego no constituye más que una idea, una ilusión, pero una ilusión que ejerce gran influencia». Nadie ha visto al ego. Se trata más bien de un fantasma que aceptamos que controle nuestra vida. El problema es que mantener esta ilusión puede impedirle conocer su verdadero yo, su esencia espiritual.

Opinamos que el ego es una disposición del pensamiento errónea que intenta presentarle como a usted le gustaría ser, en lugar de como es en realidad.

En esencia, el ego, la idea de uno mismo, la máscara, el papel que estamos desempeñando; supone una forma distorsionada de afirmar y vivir la existencia. A esta máscara social (el ego) le gusta la aprobación, quiere controlar situaciones y personas, y se apoya en el poder porque vive en el temor.

SUGERENCIAS PARA SUPERAR EL EGO Y ALCANZAR LA CONCIENCIA SUPERIOR:

Las siguientes sugerencias le ayudarán a ponerse en contacto con el ego y superarlo:

* Intente conocer su ego y determinar cuándo su ego influye y domina su vida. Pregúntese: ¿Estoy escuchando a mi falso yo o a mi yo espiritual?

A medida que vaya adquiriendo conciencia de su ego, podrá librarse del egocentrismo y entrar en la conciencia superior.

* Comience a llevar la cuenta de con cuánta frecuencia usa el pronombre «yo». Al no centrarse en su propia persona estará superando el ego.

* Comience a considerar su ego como una entidad que le acompaña y que tiene un propósito. Es invisible y siempre está a su lado.

Trata de convencerlo de que usted está separado de Dios, de su superioridad respecto de otros, y de que es «especial». Él quiere que usted se sienta ultrajado cuando recibe un trato incorrecto, cuando lo insultan, cuando no lo acarician; ofendido cuando no sale con la tuya, herido cuando pierde en una competición. Primero conoce a esta entidad. Luego se percata de que está obrando en usted. Por último, se libre de ella.

* Escuche a los demás y no se centre en sí mismo. Durante las conversaciones, concéntrese en lo que la otra persona está diciendo y en lo que siente. Luego responda con una frase que empiece por «tú, usted». Esto se denomina escucha activa. Es una manera de contener el ego y permitir que participe el yo espiritual.

* Resista el hábito de permitir que el ego domine su vida.

Cuanto más se resista a permitir que su ego sea quien controle su vida, más pronto llenará el espacio que antes ocupaban las exigencias de su falso yo.

* Practique la meditación diaria o el acallar su mente para deshacer la ilusión de que está separado del universo y que todas las almas son extensiones de la energía de Dios. Comenzará a tratar a los demás como le agradaría que lo tratasen a usted. Se sentirá conectado con todo y con todos.

* Trate de borrar de su mente la palabra «especial». Especial implica mejor que, o más importante que. Niega que Dios habita en cada uno de nosotros. Todos somos especiales a los ojos de Dios: por lo tanto, nadie necesita la etiqueta de «especial». No hay favoritos. No se relega a nadie.

Todos somos Uno.

* Escriba un diario. Trate de describir en que le beneficia sentirse ofendido. Lo que lo ofende es obra de su ego. No pretenda que el mundo debería ser como usted es y no como en realidad es.

* Dé más de sí mismo y pida menos a cambio. León Tolstoi, pasó de ser un egocéntrico a ser un servidor de Dios, luego de aprender muchas lecciones y pasar por tribulaciones. Y escribió lo siguiente: «El único significado de la vía es servir a la humanidad». Sea quien acaricie. Sea quien da cariño.

* Recuérdese cada día que el más alto culto que puede rendírsele a Dios es servir a la humanidad, y que mediante ese acto su yo espiritual se sentirá realizado.

* Ponga fin a la búsqueda externa de la libertad y conozca el sabor de la auténtica libertad que es la comunión con su yo espiritual.

La auténtica libertad no necesita nada para demostrar su existencia. Sólo siendo auténticamente libre podrá amar, porque no existe amor sin libertad. La falsa libertad exige que tenga a la mano algo que dé fe de su existencia.

EL EGOÍSMO COMO PARTE FUNDAMENTAL DE LA FELICIDAD.

¿EGOÍSTA YO?

De entrada, el título parece una contradicción, o tal vez una paradoja, o quizás una justificación del amor propio.

Puede ser todo eso o nada de ello, Trataremos en esta reflexión de explicar el porqué de este título que a simple vista parece la defensa de ese «excesivo afecto para con uno mismo». ¿Quién no se quiere a sí mismo? ¿Quién no se ama a sí mismo? La respuesta podría parecer obvia, pues parece que todos nos queremos/amamos en cierta medida, aunque tal vez al exceso se le califica como egoísmo. Vayamos por partes. ¿En verdad somos egoístas?, si, es así, ¿de qué tipo? ¿Acaso hay tipos de egoísmo? El egoísmo implica un afecto excesivo para uno mismo. Creemos que hoy, cuando la despersonalización y la transculturización son tan profundas, es necesario rescatar de manera positiva este concepto, por eso diferenciamos dos tipos principales: el egoísmo insano y el egoísmo sano; queremos rescatar la esencia del principio, no su definición.

Egoísmo insano.

Hablemos, en primer lugar, sobre ese tipo bien conocido y clasificado, además, por psicólogos y psiquiatras como una exacerbación del sentimiento del amor propio.

Al obedecer las leyes naturales del egoísmo se hace imposible adivinar los errores que se cometen respecto a los otros. A veces, con esa forma de manifestar el egoísmo, nos olvidamos de la pareja, de la familia y de todos los demás; pensamos erróneamente que los demás están por debajo de nosotros en importancia y que sólo nosotros tenemos derecho a ser felices.

No somos capaces de tolerar ni fomentar las buenas relaciones humanas y no podemos ponernos en el caso de los otros; esto provoca, la mayoría de las veces, que alguna actitud en el resto de las personas nos parezca distinta, equivocada y hasta mala cuando la vemos en otro, pero casi sin darnos cuenta nosotros la fomentamos en nuestra persona y, como pasa a menudo, pensamos que los demás están mal y sólo nosotros estamos en lo correcto.

El egoísmo insano no es sino el medio de convertirlo todo en utilidad propia. No pensar más que en uno mismo y en el presente es siempre una fuente de error, porque a pesar de ser seres únicos y especiales nos olvidamos constantemente que vivimos rodeados de seres humanos que también son seres únicos y especiales, como nosotros.

Este tipo de egoísmo, a pesar de que parezca lo contrario, nos debilita el corazón y la apreciación correcta de la belleza existente a nuestro alrededor, sobre todo de las personas que amamos, y esa debilidad manifiesta nos impide inquietarnos por los males de los demás y sólo pensamos en evitarnos penas. Actuamos, entonces, con una actitud hedonista, sin alcanzar a comprender que quien sólo vive para sí, ha muerto para los demás.

Así, es claro pensar que la búsqueda egoísta y materialista de la felicidad nos conduce al fracaso, porque cuando la felicidad egoísta es el único bien de la vida, ésta no tarda en carecer de objetivo.

Y aunque ya hemos reflexionado sobre que la verdadera felicidad está dentro de nosotros, también es cierto que no podemos ir solos por el mundo, pues nadie puede estar completamente solo.

Egoísmo sano.

Por otro lado, existe también una forma de hacer positivo este egoísmo -en algunos casos interiorizado tan profundamente en muchos seres humanos- que se nos aparece con tan profunda constancia y en la mayoría de nuestras acciones y actitudes.

Hay casos en que el egoísmo se convierte en una sublime virtud. En verdad esta forma de egoísmo puede salvarnos de cometer errores al dejar que los demás decidan por nosotros lo que por derecho nos pertenece y que por obligatoriedad nos corresponde a nosotros solamente. El egoísmo se puede transformar en una virtud cuando, en su manifestación, buscamos protección personal pensando en los demás. Sí, parece contradictorio esto último, lo sabemos, pero es cierto que cada uno de nosotros puede pensar en sí mismo primero, para después (y esto es lo que hace al egoísmo virtuoso) hacer y estar bien con los demás.

Para poder convertir el egoísmo en una virtud, es necesario una buena dosis de inteligencia, para tener la claridad suficiente de los objetivos que se pretenden con tal actitud manifestada -es este caso ser egoísta es sólo un medio para conseguir fines nobles-, mientras que el necio la convierte en vicio y vivirá permanentemente con esa actitud.

Para finalizar, diremos que ese egoísmo que llamamos sano, es sólo aceptable cuando procuramos que todos los seres que nos rodean estén bien y esto nos hace sentir mejor. Es, entonces, un círculo virtuoso: «Yo estoy bien, los demás están bien; los demás están bien, yo estoy mejor».

Por tanto, creemos cierto que este egoísmo es como un motor de las acciones humanas, porque si estuviéramos desprovistos de egoísmo seríamos incapaces de vivir y de ser verdaderamente felices. El egoísmo, por definición, ha sido clasificado como algo negativo, pero ¡cuidado!, la presente reflexión se propone rescatar la importancia del propio ser como el principio del amor, la solidaridad y la caridad hacia los demás, y no vivir de manera equivocada en un culto excesivo de la propia persona.

LOS PROBLEMAS, puertas hacia una nueva conciencia.

Cuando aparece un problema en nuestras vidas, lo que ocurre casi siempre, la mayoría de las personas suele tomar una actitud evasiva, se inmoviliza, trata de delegar responsabilidades, busca culpar a otros o a todo lo que pueda estar relacionado con la situación directa o indirectamente. O sea: odian el problema.

Otro grupo de personas endilga la responsabilidad de sus problemas y su incapacidad para enfrentarlos a sus padres. Otros se preguntan mientras se quejan: «¿Qué hice yo para merecer esto? Seguramente he hecho algo muy terrible en una vida anterior para tener este karma».

Lo más común es que todas estas personas en actitud de «pobre de mí», o actuando como niños heridos, demandantes e impacientes intenten buscar alguna respuesta mágica a sus problemas o a alguien que sin ningún esfuerzo les otorgue la solución.

Pocos son los que cada vez que se presenta un problema lo reciben conscientes de que es una nueva oportunidad de crecer, de encontrarse con la propia verdad y cambiar apreciaciones erróneas de la realidad.

Algunos comprenden que esto es así, pero ni bien surge un conflicto lo olvidan porque se detienen en el conocimiento y no buscan la sabiduría.

¿Qué es un problema?

Para comprender qué es un problema desde una visión holística lo analizaremos a la luz de los siguientes principios metafísicos:

 Existe una sola mente que es la Mente Universal que todo lo abarca y nos contiene.

 La mente humana está conectada a esta Mente Universal y a la manifestación de esta unión en cada individuo se la llama el Yo Superior.

 El objetivo de la evolución del ser es manifestar al Yo Superior para cumplir una tarea de vida.

 La personalidad se va formando a través de la percepción de la realidad que obtenemos de los cinco sentidos limitados de nuestro cuerpo físico, los juicios de valor recibidos de la familia y sociedad, nuestros miedos paralizantes y limitantes, nuestros pensamientos positivos y negativos y las emociones que de ellos devienen.

A través de mis estudios en la Universidad de Metafísica de California comprendí que la verdadera espiritualidad nos lleva hacia el éxito y la felicidad. Y éstos, que son el verdadero objetivo de toda vida humana se pueden alcanzar corrigiendo nuestra personalidad para permitir que se exprese nuestra verdad superior, la Mente Única en cada uno de nosotros.

En nuestra mente subconsciente y en nuestra mente consciente existen patrones de pensamiento erróneo. Cuando nuestra mente consciente piensa negativamente refuerza un patrón subconsciente negativo que atrae del universo una fuerza similar.

Nosotros podemos corregir nuestra personalidad voluntariamente, pero esto requiere el «estar presentes» en cada situación y esforzarse por cambiar. O, sino, el cambio se producirá al ser «acorralados» por la vida, las fuerzas de la naturaleza o las circunstancias que se producen a través de la interacción con otras personas, que nos «espejan» aquellas partes nuestras que no queremos ver. (Recordemos que todos formamos parte de una sola mente). A estas fuerzas que nos impulsan al cambio las vivimos como problemas, sobre todo cuando nos resistimos a ellas. Pero al forzarnos a cambiar y a evolucionar, un problema es en realidad un maestro.

¿Por qué los problemas se repiten?

Muchas veces a lo largo de nuestras vidas atravesamos conflictos que aparentemente resolvemos, o, que tienden a desaparecer y al tiempo reaparecen en otras circunstancias o involucrando a otras personas, pero observamos que la esencia de la situación es la misma.

Si esto sucede, no aprendimos todo lo que nos correspondía aprender. Talvez, si el problema hubiera persistido no lo hubiéramos podido resistir y nos habría sobrepasado.

Aplicando la Ley del Amor nuestro Yo Superior espera pacientemente que cambiemos algunas características de la personalidad para repetirnos el contacto con nuestro «maestro» (el problema – «Cuando el discípulo está preparado el maestro llega»).

Ya que con un nuevo nivel de conciencia podremos ejercer más correctamente nuestro libre albedrío y ubicarnos más allá del nivel en el que se encuentra el problema. Como afirmó Carl G. Jung, «los problemas no se resuelven, se trascienden».

La aparición de conflictos, por lo tanto, es la puesta en marcha de la ley de causa y efecto, también conocida como Karma, que en sánscrito significa «acción» (para cada acción hay una reacción). El karma no es ningún castigo divino como se suele creer erróneamente, sino nada más que una expresión del Amor velando por nuestro crecimiento y evolución.

¿Cómo enfrentar los problemas cuando surgen?

En la Ciencia Metafísica se enseña a enfrentar los problemas a través de distintos métodos que en conjunto nos llevan a alinearnos con nuestra conciencia superior y a trascender los problemas.

 En primer lugar, se enseña a no atraer mayor negatividad hacia nosotros (por la ley de correspondencia sabemos que lo similar atrae a lo similar: aquello que pensamos es lo que vivimos) a través del control de pensamiento, que permite debilitar los patrones de pensamiento negativo del nivel subconsciente y consciente de la mente personal.

 A través de la meditación profunda se busca el contacto con el Yo Superior para atraer su energía hacia los niveles inferiores de la mente, y debilitar aún más los patrones erróneos, Y a través de la «Meditación Afirmativa» (repitiendo afirmaciones determinadas) se generan patrones nuevos positivos que nos permiten fluir con las fuerzas del cambio y evolucionar.

 El paso siguiente consiste en seguir una guía de «Cómo enfrentar los problemas cuando surgen» que nos aconseja, entre otros puntos, a actuar inmediatamente sin ocultarse ni bien surge un problema; que al enfrentarnos a un conflicto no debemos reaccionar pensando negativamente, lo que baja nuestro nivel de conciencia, sino, mantener la calma y meditar con mayor frecuencia y durante más tiempo para recibir la guía de la mente superior, y a través de esto trascenderlo.

 Los últimos pasos son: una técnica de elevación de la conciencia y una técnica para resolver la causa kármica, que nos permiten comprender lo que el problema nos vino a enseñar y mantenernos en el nuevo nivel de conciencia.

Todo lo anteriormente expuesto se ve y se trabaja detenidamente en el curso de Ciencia Metafísica que dicto. Y son notables los cambios de actitud y la evolución que he podido observar en mis alumnos. Espero sinceramente que esta nota también pueda ayudar al lector a cambiar su actitud ante los problemas, porque no completamos nuestra evolución si no aprendemos a amar incondicionalmente a aquello (o aquellos) que odiamos.

¿Para qué son las experiencias?

 Las experiencias ya vividas están presentes siempre en un cajón de nuestros recuerdos y de nuestro interior, tanto a nivel mental, emocional como espiritual y hasta físico, para usarlas siempre que las necesitemos. Hay que recordar que la vida es una escuela, donde se imparten diversas materias dependiendo nuestro grado de evolución como seres humanos. Cuando aprendemos de la experiencia, evitamos cometer el mismo error una y otra vez. Si no aprendemos, repetiremos la misma lección de vida cuantas veces sea necesaria hasta que logremos aprender y «pasar a otra cosa».

Por ejemplo:

Vamos a suponer que conoces a una persona de la cuál es muy posible enamorarte de ella. Mientras están en el proceso de conocerse tú ves que no es lo que tu maginabas, notas que es una persona violenta, que minimiza tus necesidades para obligarte a hacer las cosas como él lo indica (con tu voluntad o sin ella), etc. Aquí se abren dos caminos:

1.. Pensar que puedes casarte con esta persona, porque no hay otra opción y en un futuro lo puedes cambiar (camino del dolor).

2.. Pensar que no es lo que buscas, te deja lleno de vacíos y prefieres girar hacia otro lado para buscar a esa persona con la que puedan crecer juntas y llenar sus expectativas mutuamente (camino del amor).

En ambos caminos aprendes y en ambos crecerás como persona, pero en la primera opción necesitarás de mucho tiempo para aprender de esa experiencia, puedes durar casado con una persona que te hace sufrir por toda la vida y después de 50 años ¡concluir que te hizo sufrir!

En la segunda opción, no necesitas de la experiencia para aprender porque al tener una mayor conciencia ¡ya has aprendido sin vivir la experiencia! No necesitaste de una vida para darte cuenta que ese matrimonio te llevaría al dolor.

 ¡Cuando nosotros logramos vivir nuestras experiencias de la manera más natural y fluida y las procesamos en el justo momento en que ocurren, nos estamos ahorrando mucho tiempo y muchos golpes!

Cuando las ignoramos, lo único que estamos haciendo es retrasar nuestro presente, dejamos de avanzar, aumentando la carga que ya llevamos dentro.

Algo que no resolvemos en el momento, inevitablemente tendremos que resolverlo después. No podemos escapar de nuestro pasado.

¿Alguna vez viste la película «El Rey León»?, esta historia trata precisamente de esta situación. Simba cree que, al escapar de su pasado, escapa de su responsabilidad y el problema deja de existir para él, pero las circunstancias lo enfrentan de nuevo al problema, que ya no es el que el dejó ¡ha crecido considerablemente! Al enfrentarlo y resolverlo, él descubre que ahora ocupa un lugar que estaba destinado solo para él, desempeñando un papel que solo él podía hacer: SER EL REY. Lo mismo pasa en nuestra vida, el huir de nuestra realidad, solo nos aleja de nuestra misión, y nos separa de nuestra propia verdad ocultando al ser maravilloso que somos y que, por alguna razón, tenemos miedo de descubrir.

Es factible resolver nuestro presente extrayendo partes de nuestro pasado. No podemos instalarnos a vivir en el pasado lamentándonos por lo que pudo haber sido y no fue, pero el extraer experiencias pasadas para superar el presente es algo muy positivo, es darle utilidad a una herramienta que ya nos pertenece, es buscar el origen de las limitaciones de nuestro presente.

 La experiencia es un estado del ser en donde se hace una fusión de nuestros pensamientos, emociones, nuestro cuerpo físico, nuestra alma y nuestro subconsciente. En una alineación Divina.

La experiencia no se limita a nuestra vida diaria física y tangible, también los sueños y las ensoñaciones nos dan otro tipo de experiencias en donde su valor reside en ser aquellas experiencias que no podríamos tener en nuestra realidad presente, por ejemplo, si soñamos que volamos, estamos obteniendo una experiencia diferente.

Cuando nos mantenemos en un estado de ensoñación (soñar despiertos) estamos imaginando experiencias bellas que nos deleitan y que, de alguna manera, nos gustaría vivir, es como vivir el final, el resultado, antes de construirlo. Si las trasladamos a tierra, entonces podremos materializarlas dentro de nuestra vida.

FIN de este artículo