Osho transformación del 21 al 30

Osho transformación del 21 al 30

Oráculo Osho transformación. Carta 21ª. Conciencia.

Oráculo Osho transformación. Carta 22ª. El Corazón Tonto.

Oráculo Osho transformación. Carta 23ª. Plegaria.

Oráculo Osho transformación. Carta 24ª. Abusar del poder.

Oráculo Osho transformación. Carta 25ª. Luz en el Sendero.

Oráculo Osho transformación. Carta 26ª. Ser Único. Más allá de la superioridad y la inferioridad

Oráculo Osho transformación. Carta 27ª. Bendiciones Disfrazadas.

Oráculo Osho transformación. Carta 28ª. Auto-Aceptación.

Oráculo Osho transformación. Carta 29ª. Gratitud.

Oráculo Osho transformación. Carta 30ª. Aquello que Nunca Muere.

21. Conciencia
María Magdalena y el perfume inapreciable

La sociedad te dice una y otra vez: «Esto está bien y eso está mal»; a eso se le llama conciencia. Es algo que se instaura, se implanta en ti, y tú lo vas repitiendo. Carece de valor, no es auténtico. Lo real es tu verdadera conciencia. No tiene respuestas preparadas respecto a lo que está bien y lo que está mal, no. Sin embargo, en cualquier situación que surja, te da luz inmediatamente: sabes qué hacer al instante.

Jesús fue a visitar la casa de María Magdalena. María estaba muy enamorada. Vertió un perfume muy caro sobre sus pies, toda la botella. Era un perfume especial y valioso; podría haberse vendido. Judas se quejó inmediatamente diciendo: —Deberías prohibir a la gente que hiciera estas tonterías. El perfume se ha perdido y hay gente pobre que no tiene qué comer. Podríamos haber distribuido el dinero entre los pobres.

¿Qué dijo Jesús? Dijo: —No te preocupes, los pobres y los hambrientos siempre van a estar ahí, pero yo me iré. Siempre puedes servirlos —no hay prisa— pero yo me iré. Mira el amor, no el perfume precioso. Mira el amor de María, su corazón.

¿Con cuál de los dos habrías estado de acuerdo? Jesús parece muy burgués y Judas tiene mucho sentido práctico. Judas habla de los pobres y Jesús simplemente dice: —Pronto me iré, deja que su corazón haga lo que ella quiera y no te entrometas con tu filosofía.

Conciencia

Normalmente tu mente estaría de acuerdo con Judas. Era un hombre muy culto, sofisticado, un pensador. Y fue el traidor: vendió a Jesús por treinta monedas de plata. Pero, cuando crucificaron a Jesús, empezó a sentirse culpable. Así suelen funcionar los hombres buenos: empezó a sentirse muy culpable, su conciencia empezó a presionarle. Y acabó suicidándose.

Era un hombre bueno, tenía conciencia, pero no era consciente. Esta distinción tiene que sentirse en toda su profundidad. La conciencia es algo prestado, dado por la sociedad; la consciencia es algo que tienes que conseguir por ti mismo. La sociedad te enseña lo que está bien y lo que está mal: haz esto y no hagas lo otro. Te da la moralidad, el código, las reglas del juego: ésa es tu conciencia. Por fuera, el policía, por dentro, la conciencia: así es como te controla la sociedad.

Judas tenía conciencia, pero Jesús era consciente. A Jesús le importaba más el amor de la mujer, María Magdalena. Era algo tan profundo que impedir que lo mostrara le habría herido; se habría quedado encogida por dentro. Verter el perfume en los pies de Jesús sólo era un gesto. Detrás de ese gesto, ella estaba diciendo: «Esto es todo lo que tengo, es lo más precioso que tengo. Verter agua sobre sus pies no sería suficiente; es demasiado barata. Me gustaría derramar mi corazón, me gustaría derramar todo mi ser…»

Pero Judas era un hombre de conciencia: miró al perfume y dijo: «Es caro». Estaba completamente ciego a la mujer y a su corazón. Lo material es el perfume, lo inmaterial es el amor. Pero Judas no podía ver lo inmaterial, para eso hacen falta los ojos de la consciencia.

22. El Corazón Tonto
La loca sabiduría de San Francisco de Asís

El corazón tiene sus razones que la razón no puede comprender. El corazón tiene su propia dimensión de ser, que es completamente oscura para la mente. El corazón es más elevado y más profundo que la mente, está más allá de su alcance. Parece alocado. El amor siempre parece alocado porque no es utilitario. La mente es utilitaria. Lo utiliza todo para algún fin: esto es lo que significa ser utilitario. La mente tiene un propósito y está orientada hacia un fin; lo convierte todo en un medio. Y el amor no puede convertirse en un medio, ése es el problema. El amor mismo es el objetivo.

Los locos siempre demuestran una sabiduría sutil, y los sabios siempre se comportan como locos. Antiguamente, todos los grandes emperadores siempre tenían un bufón en la corte. También tenían a hombres muy sabios, consejeros, ministros y primeros ministros, pero siempre tenían un loco.

¿Por qué? Porque hay cosas que los llamados hombres sabios no pueden entender, que sólo un loco puede entender, porque los supuestos sabios son tan necios que su astucia y su inteligencia les cierran la mente. Un loco es simple, y era necesario porque muchas veces los supuestos sabios no decían las cosas al emperador por miedo. Un loco no teme a nadie, hablará sin importarle las consecuencias.

Inocencia

Así es como actúa un loco: de manera simple, sin pensar en los resultados. Un hombre inteligente siempre piensa en los resultados antes de actuar. En primer lugar, piensa y luego actúa. El loco actúa sin pensárselo antes.

Cuando alguien alcanza la realización última, no es como vuestros sabios. No puede ser como ellos. Puede que sea como vuestros locos, pero no puede ser como vuestros sabios.

Cuando San Francisco se iluminó, solía llamarse a sí mismo «el loco de Dios». El papa era un hombre sabio y, cuando San Francisco fue a verlo, incluso él pensó que aquel hombre se había vuelto loco. El papa era un hombre inteligente, calculador, listo; ¿de qué otro modo podría haber llegado a papa? Para hacerse papa uno tiene que hacer mucha política. Para hacerse papa uno necesita ser diplomático, hace falta competir y desbancar a los demás, usarlos como escaleras y luego dejarlos de lado.

Es política… porque un papa es un líder político. La religión es algo secundario, a veces ni siquiera está presente. ¿Cómo puede un hombre religioso luchar y mostrarse agresivo para conseguir un puesto? Sólo son políticos.

San Francisco vino a ver al papa y el papa pensó que aquel hombre estaba loco. Pero los árboles, los pájaros y los peces pensaban de otro modo. Cuando San Francisco iba al río, los peces daban saltos de alegría para celebrar su venida. Miles de personas fueron testigos de este fenómeno: millones de peces saltaban simultáneamente; el río entero se llenaba de peces saltarines. San Francisco había venido y los peces se sentían felices. Y los pájaros le seguían donde quiera que iba; iban a posarse en sus piernas, en su cuerpo, en su regazo. Entendían a este loco mejor que el papa. Incluso los árboles que se habían secado y estaban a punto de morir reverdecían y volvían a florecer cuando se acercaba San Francisco. Los árboles entendían bien que aquel loco no era un loco ordinario: era el loco de Dios.

23. Plegaria
El amor y la ley de Moisés

Permite que tus gestos sean vivos, espontáneos. Deja que sea tu conciencia la que decida sobre tu estilo de vida, tu pauta de vida. No permitas que nadie más lo decida. Eso es un pecado, permitir que lo decidan otros. ¿Por qué es un pecado?, porque nunca estarás en ello. Será algo superficial, será algo hipócrita. No preguntes a nadie cómo has de orar. Deja que el momento decida, deja que ese momento sea decisivo y la verdad del momento será tu oración. Y una vez que decidas que la verdad del momento te posea, empezarás a crecer y conocerás la tremenda belleza de la oración. Has entrado en el camino.

Una historia famosa sobre Moisés:

Iba paseando por el bosque y vio a un hombre rezar. El hombre estaba diciendo unas cosas tan absurdas que Moisés tuvo que pararse. Lo que el hombre decía era profano, sacrílego. Decía: «Dios, a veces te debes sentir muy solo; yo puedo venir y estar a tu lado como una sombra. ¿Por qué sentirte solo si yo te hago compañía? Y además no soy un inútil: te daré un buen baño y te quitaré las pulgas del pelo y del cuerpo…»

Plegaria

¡¿Pulgas?! Moisés no podía creérselo: ¿Qué está diciendo este hombre? «Y cocinaré para ti; mis guisos gustan a todo el mundo. Y te haré la cama y te lavaré la ropa. Cuando estés enfermo te cuidaré. Seré tu madre, tu esposa, un sirviente, un esclavo; puedo ser todo tipo de cosas. Basta con que me des una señal para que sepa que puedo venir…»

Moisés le hizo detenerse y dijo: —¿Qué haces? ¿A quién hablas? ¿Pulgas en el pelo de Dios? ¿Que Él necesita un baño? ¡Basta de tonterías! Esto no es oración. Dios se sentirá ofendido por ti.

El hombre cayó a los pies de Moisés y dijo: —Lo siento. Soy un hombre iletrado e ignorante. No sé rezar. ¡Por favor, enséñame!

Así, Moisés le enseñó el modo correcto de rezar y se sentía muy feliz porque había puesto a un hombre en el camino justo. Feliz y con el ego un poco hinchado, Moisés se alejó. Y cuando estaba solo en el bosque, oyó una voz de trueno procedente del cielo que le decía: «Moisés, te he enviado al mundo para que acerques a la gente a mí, para que hagas de puente, no para que alejes de mí a mis amantes. Y eso es exactamente lo que has hecho. Ese hombre era uno de los más cercanos. Vuelve y pídele perdón. ¡Retira tu plegaria! Has destruido toda la belleza de su diálogo. Él es sincero, es amoroso. Su amor es verdadero. Lo que decía, lo decía desde el corazón, no era un ritual. Ahora bien, lo que tú le has dado sólo es un ritual. Lo repetirá, pero sólo estará en sus labios; no será algo que salga de su ser».

24. Abusar del poder.


Abuso de poder del poder de como Vivekananda perdió su llave

El único antídoto para el mal uso de los poderes psíquicos es el amor, porque cuando no hay amor, el poder corrompe. Puede tratarse de riqueza, de prestigio, de poder político, o pueden ser poderes psíquicos; eso es indiferente. Cuando te sientas poderoso, si no cuentas con el amor como antídoto, tu poder será una calamidad para los demás, una maldición; porque el poder ciega los ojos. El amor abre los ojos, el amor limpia los ojos…, tu percepción se aclara

En el ashram de Ramakrishna en Dakshineshwar, Calcuta, había muchos discípulos  y, Vivehananda era uno de los más intelectuales. Además, había un hombre muy simple que también era discípulo: se llamaba Kalu; era un pobre hombre. Era un hombre tan lleno fe,  tan religioso, tan emocional, que tenía cientos de estatuas de distintos dioses en su habitación. A primera hora de la mañana se bañaba en el Ganges y comenzaba la adoración de los dioses; por supuesto, todos los dioses tenían que ser adorados igualitariamente para que no se ofendieran. Así, Kalu perdía todo el día, y todo el mundo se reía de él: ¿Qué haces? ¡Con un dios es suficiente!»

Vivekananda era uno de los que más se burlaba de Kalu. Le decía:

Simplemente eres un estúpido. te dedicas a adorar a unas piedras y estás perdiendo tu vida!

Un día Ramakrishna dio a Vivekananda un método para practicar la atención:

-Ve a tu celda, cierra la puerta y practícalo. Cuando Vivekananda llegó a cierto estado, se sentía tan poderoso que tuvo una idea: Si rn este momento le digo a Kalu dentro de mí que tire todos sus dioses al Ganges, lo hará».

Y lo hizo. En su celda, dentro de sí, le dijo ¡l Kalu:, Coge todos tus dioses y arrójalos al Ganges».

Kalu recogió todos sus dioses en un gran saco, y, ya estaba bajando los escalones hacia el río cuando Ramakrishna corrió tras él y le dijo:

¿Qué estás haciendo?

-De repente he oído una voz -dijo Kalu-; debe de haber venido de Dios mismo porque ¡lo había nadie más e la habitación; irme decía: «Kalu recoge todos tus dioses y tíralos al Ganges. Hera tan poderosa que no cabía duda.

-Ven. toma los dioses y volvamos cun ellos, Yo te enseñaré de dónde venía esa voz–dijo Ramakrishna.

Llamó a la puerta de Vivekananda. Vivekananda salió y Ramakrishna, muy enfiadado, le dijo:

–Vivekananda, esto es lo último que esperaba de ti. Te dije que estuvieras alerta, no que perturbaras la vida de un pobre hombre. De un hombre tan limpio de corazón, tan amoroso, tan hermoso. ¿cómo has podido hacerlo? A partir de este momento no tendrás acceso a ese poder.

Y se dice quc Vivekananda murió sin alcanzar la iluminación. Aunque se convirtió en el sucesor de Ramakrisna porque era un gran orador, Tenia cierto carisma e influencia sobre la gente murió siendo un pobre hombre que no sabía nada. Y lu causa es que había alterado a un hombre sencillo; en cuanto tuvo el mínimo poder, lo empleo no para el beneficio de los demás, sino para hacer daño.

25. Luz en el Sendero.
El filósofo, el místico y la tormenta

Un relámpago no ilumina tu camino, no te sirve como si fuera una lámpara en tu mano; sólo te da un fogonazo, un vislumbre del camino que tienes por delante. Pero ese vislumbre es precioso; ahora tus pies estarán firmes, ahora serás fuerte, ahora tu determinación de alcanzar tu destino se verá fortalecida. Has visto el camino, sabes que está ahí y no deambulas sin dirección. Un fogonazo de luz y vislumbrarás el camino que tienes que recorrer y el templo que es el destino de tu viaje.

He oído una historia de dos hombres que se perdieron en el bosque una noche muy oscura. Era un bosque muy peligroso, lleno de animales salvajes, muy denso y rodeado de oscuridad. Uno de los hombres era un filósofo y el otro era un místico.

De repente estalló una tormenta, las nubes se abrían y había grandes relámpagos. El filósofo miraba al cielo, el místico mantenía la vista en el camino. En ese momento hubo un relámpago y el sendero se iluminó delante de ellos. El filósofo miró al relámpago y se preguntó: «¿Qué está pasando?», perdiendo así el camino.

Sendero

Tú estás perdido en un bosque aún más denso que el de esta historia. La noche es más oscura. A veces viene un relámpago: debes mirar al sendero. Chuang Tzu es un relámpago, Buda es un relámpago, yo soy un relámpago. No me mires a mí, mira al sendero. Si me miras a mí, perderás tu oportunidad, porque el relámpago no se volverá a repetir. Sólo dura un momento, y los momentos en los que la eternidad penetra en el tiempo son muy escasos; son como relámpagos.

Si miras a los relámpagos, si miras al buda —y un buda es muy hermoso, su rostro es fascinante, sus ojos magnéticos—, si miras al buda, pierdes tu camino. Mira al camino y olvídate del buda.

Mira al camino y haz algo: síguelo, actúa. El pensamiento no te guiará, sólo la acción, porque el pensamiento ocurre en la cabeza. Nunca puede ser total; lo único total es el acto. ¡Interésate por la vida!, vivir es lo auténtico. No sigas reuniendo información sobre qué es la meditación: ¡Ponte a meditar! No sigas reuniendo información sobre la danza: hay enciclopedias enteras que hablan de la danza, pero no tienen ningún sentido si no empiezas a bailar. ¡Arroja lejos esas enciclopedias! Descárgate del conocimiento y empieza a vivir.

Y cuando empieces a vivir, las cosas ordinarias adquieren una belleza extraordinaria. Cosas pequeñas —la vida consiste en cosas pequeñas— pero cuando les aportas la cualidad de un amor intenso y apasionado se transforman, se vuelven luminosas.

26. Ser Único.
Más allá de la superioridad y la inferioridad

Cada ser humano es único. Ni siquiera hace falta plantearse quién es superior y quién inferior. Sí, las personas son diferentes. Dejadme que os recuerde algo para que no me entendáis mal. No estoy diciendo que todos somos iguales. Nadie es superior ni inferior, pero tampoco somos iguales. Las personas son simplemente únicas, incomparables. Tú eres tú, yo soy yo. Yo tengo que aportar mi potencial a la vida, tú tienes que aportar el tuyo. Yo tengo que descubrir mi propio ser y tú tienes que descubrir el tuyo.

Cuando desaparece la inferioridad, todo sentimiento de superioridad también desaparece. Viven juntos, no se les puede separar. El hombre que se siente superior sigue sintiéndose inferior en algo. El hombre que se siente inferior quiere sentirse superior en algo. Son un par; siempre están juntos; no se les puede separar.

Ocurrió… Un hombre muy orgulloso, un guerrero, un samurai, vino a ver a un maestro zen. El samurai era famoso, bien conocido en todo el país. Pero mirando al maestro, mirando la belleza y la gracia del maestro, de repente se sintió inferior. Quizá había venido con el deseo inconsciente de probar su superioridad. Dijo al maestro: —¿Por qué me siento inferior? Hace un momento todo estaba bien. Al entrar en tu patio, de repente me he sentido inferior. Nunca me había sentido así. Siento un temblor en las manos. Soy un guerrero, me he enfrentado a la muerte muchas veces y nunca he tenido miedo, ¿por qué siento este temor?

Único

—Espera —dijo el maestro—. Cuando todos se hayan ido, te responderé. La gente seguía viniendo a visitar al maestro y el hombre se sentía cada vez más cansado. Al llegar la noche la habitación se vació y cuando ya no quedaba nadie, el samurái dijo: —¿Puedes responderme ahora? —Vamos fuera —dijo el maestro.

Era una noche de luna llena, la luna estaba saliendo por el horizonte… y el maestro dijo: —Mira estos dos árboles. Éste árbol que se eleva hacia el cielo y este otro pequeño. Ambos han estado al lado de mi ventana durante años y nunca ha habido ningún problema. El árbol pequeño nunca ha dicho: «¿Por qué me siento inferior a ti?» al árbol grande. ¿Cómo puede ser? Este árbol es pequeño y ese árbol es grande, y nunca he escuchado ni un susurro.

—Porque no pueden compararse —dijo el samurái. —Entonces no hace falta que me preguntes, ya conoces la respuesta —dijo el maestro.

Las comparaciones son las que crean la inferioridad o la superioridad. Cuando no comparas, toda superioridad e inferioridad desaparecen. Entonces eres, simplemente estás allí. No importa si eres un matorral o un gran árbol; eres quien eres. Eres necesario. Una hoja de hierba es tan necesaria como la mayor de las estrellas. Sin esa hoja Dios sería menos de lo que es. El canto del cuchillo es tan necesario como cualquier Buda; el mundo será menos rico si el cuchillo desaparece.

Mira a tu alrededor. Todo es necesario y todo encaja entre sí. Es una unidad orgánica: nadie es superior ni inferior, nadie está más alto o más bajo. Cada uno es único e incomparable.

27. Bendiciones Disfrazadas.


Las fortunas y desgracias de un aldeano

El único problema que produce la tristeza, la desesperación, la ira, la desesperanza, la ansiedad, la angustia, la desgracia, es que te quieres librar de ellas. Ésa es la única barrera. Tendrás que vivir con ellas. No puedes escapar. Ellas crean las situaciones en que las que podemos integrarnos y crecer. Son los desafíos de la vida. Acéptalos. Son bendiciones disfrazadas.

Un hombre tenía un caballo muy hermoso, tan especial que hasta los emperadores querían comprárselo al precio que fuera, pero él se negaba. Entonces, una mañana, descubrió que le habían robado el caballo.

Todo el pueblo se reunió a su alrededor para mostrar sus condolencias y le dijeron: —¡Qué desgracia! Podrías haber conseguido una fortuna, te estaban ofreciendo tanto dinero. Pero has sido obstinado y estúpido, y ahora te han robado el caballo.

Pero el anciano se rió y dijo: —No digáis bobadas; lo único cierto es que el caballo ya no está en el establo. Dejemos que venga el futuro y ya veremos qué nos depara.

Y en quince días el caballo volvió, y no volvió solo, trajo consigo una docena de caballos salvajes del bosque. Todo el pueblo se reunió y dijeron: —¡El anciano tenía razón! Su caballo ha vuelto trayendo consigo doce magníficos caballos. Ahora puede ganar todo el dinero que quiera. Fueron ante el hombre y le dijeron: —Lo sentimos. No podíamos entender el futuro y los caminos del Señor, ¡pero tú eres genial! Sabías lo que iba a pasar; puedes vislumbrar el futuro.

—¡Tonterías! —dijo el anciano—, lo único que sé es que el caballo ha vuelto con otros doce; pero nadie sabe lo que ocurrirá mañana.

Y al día siguiente ocurrió que mientras el hijo del anciano estaba tratando de domar a uno de los caballos, se cayó y se rompió las piernas. Todo el pueblo volvió a reunirse y dijeron: —Tenías razón, nunca se sabe lo que va a ocurrir; la vuelta del caballo ha resultado ser una maldición. Más valdría que no habría vuelto. Ahora tu hijo se quedará paralítico para el resto de su vida.

—No adelantéis conclusiones —dijo el anciano—. Esperad a ver qué pasa. Lo único que sabemos seguro es que mi hijo se ha roto las piernas, eso es todo.

Y ocurrió que quince días después los jóvenes de la localidad fueron llamadas a filas por el gobierno porque su país iba a entrar en guerra. Sólo quedó el hijo del anciano porque no sería útil en la batalla. Todos se reunieron y dijeron: —¡Nuestros hijos se han ido! Al menos tú tienes a tu hijo contigo. Puede que esté paralítico, ¡pero al menos está aquí! Nuestros hijos han sido reclutados y el enemigo es muy superior; caerán en el campo de batalla. No tendremos a nadie que cuide de nosotros cuando nos hagamos mayores, y tú por lo menos tienes un hijo que aún puede curarse.

—Sólo podéis decir que vuestros hijos han sido llamados a filas —respondió el anciano—. Mi hijo se ha quedado, pero no podemos concluir nada.

¡Simplemente declara lo ocurrido! No piensas que las cosas son una bendición o una maldición. No las interpretes y pronto te darás cuenta de que todo es muy hermoso.

28. Auto-Aceptación.


Paz del corazón en el jardín del rey

No puedes mejorarte. Y no estoy diciendo que el mejoramiento no pueda ocurrir —recuerda—, pero tú no puedes mejorarte. Cuando dejas de intentar mejorarte, la vida te mejora. En esa relajación, en esa aceptación, la vida empieza a acariciarte, la vida empieza a fluir a través de ti. Nadie ha sido como tú y nadie será como tú; simplemente eres único, incomparable. Acéptalo, ámalo, celébralo, y esa misma aceptación comenzarás a ver que los demás son únicos, empezarás a ver su incomparable belleza. El amor sólo es posible cuando hay una profunda aceptación de uno mismo, del otro, del mundo. La aceptación crea el ambiente en el que crece el amor, el terreno en el que el amor florece.

Esto es lo que he oído:

Un rey entró en su jardín y encontró árboles, arbustos y flores marchitos y agonizantes. El roble dijo que se estaba muriendo porque no podía ser tan alto como el pino. Girándose hacia el pino, vio que flaqueaba porque no podía dar uva como la parra. Y la parra moría porque no podía florecer como la rosa. Pero vio que los pensamientos estaban tan frescos como siempre. Y cuando les preguntó, recibió esta respuesta:

«Di por supuesto que cuando me plantaste, querías mis flores. Si hubieras querido un roble, o una parra o una rosa, los habrías plantado. Por eso pensé que, como me habías puesto aquí, debía dar lo mejor de mí para ser lo que tú quieres. No puedo ser otra cosa que lo que soy, y trato de serlo al máximo de mis posibilidades».

Aceptación

Estás aquí porque la existencia te necesita tal como eres. ¡Si no fuera así habría puesto a otra persona en tu lugar! La existencia no te habría ayudado a estar aquí, no te habría creado. Estás haciendo algo muy esencial, algo fundamental, tal como eres. Si Dios hubiera querido un Buda, lo habría creado, habría creado todos los que hubiera deseado. Produjo un Buda, eso fue suficiente, y se quedó satisfecho, completamente satisfecho. Desde entonces no ha creado otro Buda ni otro Cristo.

En cambio, te ha creado a ti. ¡Piensa en el respeto que el universo te muestra! Te ha elegido a ti, no a Buda, ni a Cristo, ni a Krishna. Y la razón es que tú eres más necesario. Ahora mismo encajas más. Su trabajo ya está hecho, ellos han contribuido a la existencia con su fragancia. Ahora tú tienes que contribuir con la tuya.

Pero los moralistas, los puritanos, los sacerdotes siguen enseñándote, y siguen volviéndote loco. Dicen a la rosa: «Conviértete en un loto». Y dicen al loto: «¿Qué haces aquí? Tienes que ser otra cosa». Vuelven loco a todo el jardín y todas las plantas empiezan a morirse; porque nadie puede ser otra cosa que lo que es, simplemente es imposible.

Eso es lo que le ha pasado a la humanidad. Todo el mundo aparenta. Se ha perdido la autenticidad, se ha perdido la verdad, todo el mundo trata de aparentar que es otra persona. Mírate a ti mismo: pretendes ser quien no eres. Y sólo puedes ser tú mismo: no hay ningún otro camino y nunca lo ha habido; no hay ninguna posibilidad de que seas otra persona. Seguirás siendo quien eres. Puedes disfrutar de ello y florecer, o puedes negarte y te marchitarás.

29. Gratitud.
Una noche sin alojamiento

El momento en el que es uno es capaz de sentirse agradecido por el placer y el dolor, sin distinción, sin elección, simplemente sentirse agradecido por cualquier cosa que reciba… Porque si Dios nos da una cosa, debe ser por algo. Puede que nos guste, puede que nos disguste, pero debe ser necesario para nuestro crecimiento. Invierno y verano son necesarios para nuestro crecimiento. Una vez que esta idea se instaura en el corazón, cada momento de la vida es un momento de gratitud. Deja que esto se convierta en tu meditación y en tu oración: agradece a Dios cada momento: la risa, las lágrimas, todo. Entonces sentirás que surge un silencio desconocido de tu corazón. Es la bienaventuranza.

Lo primero de todo es aceptar la vida como es. Aceptándola, el deseo desaparece. Aceptando la vida como es, las tensiones desaparecen, el descontento desaparece; aceptándola como es, uno empieza a sentirse muy alegre sin razón alguna.

Si existe un motivo, la alegría no será duradera. Si la alegría no tiene motivo, estará ahí para siempre. Ocurrió en la vida de una famosa adepta zen. Se llamaba Rengetsu… Muy pocas mujeres han llegado hasta el final del camino zen. Ella era una de esas pocas mujeres.

Gratitud

Estaba haciendo una peregrinación. Llegó a un pueblo al atardecer y se puso a pedir alojamiento para esa noche, pero los aldeanos le cerraban sus puertas. Estaban en contra del zen. El zen es tan revolucionario, tan absolutamente rebelde, que resulta muy difícil de aceptar. Si lo aceptas te transformarás; si lo aceptas tendrás que pasar por el fuego y nunca volverás a ser el mismo. Las personas tradicionales siempre han estado en contra de la verdadera religión. La tradición es todo lo que es falso en la religión. Los aldeanos deben haber sido budistas tradicionales y no querían que la mujer pasara la noche en el pueblo; querían que se fuera.

Era una noche fría; la mujer no tenía alojamiento y estaba hambrienta. Tuvo que pasar la noche al abrigo de un cerezo del campo. Como hacía tanto frío no podía dormir bien. Y el lugar era peligroso, estaba lleno de animales salvajes. A medianoche el frío la despertó y vio, contra el cielo nocturno, las flores del cerezo totalmente abiertas, riendo a la brumosa luna. Sobrecogida por la belleza de la escena, se puso de pie e hizo una reverencia mirando hacia el pueblo, pronunciando estas palabras:

Gracias a su bondad al negarme alojamiento me he encontrado debajo de las flores esta noche de luna brumosa. Se sentía agradecida. Daba las gracias a quienes le habían negado alojamiento porque, si hubiera dormido bajo un techo, se habría perdido esta bendición: estas flores de cereza y estos susurros de la misteriosa luna, y el silencio de la noche, el absoluto silencio de la noche. No estaba enfadada, aceptaba la situación. Y no sólo la aceptaba y le daba la bienvenida; se sentía agradecida.

Uno se convierte en un buda en el momento en que acepta todo lo que la vida le trae, con gratitud.

30. Aquello que Nunca Muere.
La madre afligida y la semilla de mostaza

Recuerda a cada momento: ¿Va a quitarte la muerte eso que estás acumulando? Si es así, no merece la pena que te preocupes por ello. Y si la muerte no te lo va a quitar, entonces puedes sacrificar en su nombre incluso la vida, porque un día u otro la vida se irá. Antes de que la vida se vaya, aprovecha la oportunidad para encontrar eso que nunca muere.

A una mujer se le murió el marido. Era joven y sólo tenía un hijo. Quería hacer el sati, quería saltar a la pira funeraria con su marido, pero su hijito se lo impidió. Tenía que vivir para aquel niño.

Pero poco después el niño también murió. Esto era demasiado, estaba a punto de volverse loca y preguntaba a la gente: —¿Alguien conoce a algún médico que pueda devolver la vida a mi hijo? Yo vivía sólo para él y ahora toda mi existencia se ha quedado en tinieblas. Como Buda iba a venir a la ciudad, le dijeron: —Lleva a tu hijo ante Buda. Dile que estabas viviendo para ese niño, que ahora ha muerto, y pídele: «Como eres una persona tan grande e iluminada, ¡devuélvelo a la vida! ¡Ten piedad de mí!»

La mujer fue ante Buda, puso el cuerpo muerto del niño a sus pies y dijo: —Devuélvele la vida. Tú conoces todos los secretos de la vida, has llegado al punto supremo de la existencia. ¿No puedes hacer un pequeño milagro para esta pobre mujer? —Lo haré, pero con una condición —dijo Buda.

Muere

—Cumpliré cualquier condición que me pidas —respondió la mujer.

—La condición es que vayas a la ciudad y me traigas unas semillas de mostaza de una casa en la que no haya muerto nadie.

La mujer no podía entender su estrategia. Fue a una casa y le dijeron: —¿Unas cuantas semillas de mostaza? Podemos llevar carros llenos de semillas de mostaza para que Buda devuelva la vida a tu hijo. Pero hemos visto tantas muertes en nuestra familia… Era un pueblo pequeño, y ella fue a cada casa. Todos estaban dispuestos: «¿Cuántas semillas quieres?» Pero la condición era imposible de cumplir porque todos habían visto muchas muertes en sus familias…

Aquella misma noche la mujer entendió que cuando uno nace está destinado a morir, por tanto, ¿qué sentido tenía devolver la vida al niño? Volverá a morir. Más vale que busque lo eterno, lo que nunca ha nacido y nunca morirá. Volvió con las manos vacías.

Buda le preguntó: —¿Dónde están las semillas de mostaza? Ella se rio. Por la mañana había venido llorando; ahora se reía y dijo: —¡Ha sido un truco! Cualquiera que nazca está destinado a morir. No hay ni una sola familia en el mundo en la que no haya muerto nadie. Ya no quiero que devuelvas la vida a mi hijo, ¿para qué? Olvídate el niño e iníciame en el arte de la meditación para que pueda ir a la tierra, al espacio de la inmortalidad, donde no se conocen el nacimiento y la muerte.

Esto es para mí un auténtico milagro: cortar el problema desde la misma raíz.